lunes, marzo 05, 2007

Diurno A Mariela

Uno se hace el fuerte entre espinas,
se finge olvidar el brillo del cristal roto
hundiéndose en la carne.
se finge no sentir el trote brutal
sobre los huesos de las cosas que cambiaron.
-Explociones solitarias, de llanto y el llanto
lastimero siempre sabe a otro nombre-
Yo, que me he hecho el fuerte
y fingido olvidar, hoy he vuelto
a gemir como loco y he ido errante por los bordes
oscuros de mi almohada...

Donde estuvieron tus ojos
hay cuencas vacías.
Nunca me acostumbré
al sonido sordo de mi voz
empolvándose en nuestra habitación desierta.
¿De cuándo acá, el corazón de ambos
se tornó en calavera roja?
Te era tan difícil llegar a mi lado
y regalarme un poco de tu nuevo mundo.

¡Angosto tiempo el tuyo,
-no me reproches si mis heridas
me recuerdan los lunares de tu cara,
si mis manos necias acarician aún
antiguas mozedades.
No reproches este mi fingir
(no es bueno que sepas del cariño y aprecio que se guarda,
y sea mi descontento y la culpa los únicos quienes te alcancen.)

Porque he aprendido, me lo he tragado;
Lo hecho, se ha hecho
y fue insuficiente el mundo que te di una vez.
Ahora prefiero, antes que un reencuentro
de tórtolas arrepentidas, tu silencio inmediato
y saber que me olvidaste; preferiría del mismo modo,
mi silencio ante el poema,
y negar así que ya te he perdonado.

Pues en las aguas tranquilas nunca he calmado mi sed,
y el rencor y la ira: Buen pretexto
para que vuelvas a pronunciarme,
sentirte cerca fingiendo no extrañarte.
Tú, la magia que se acaba y renace;
tú y tu semblante lejano y frío, duro.
siempre duro y frío, lejano...

Un día, después de la vida entera, claro,
tal vez nos encontremos por breves chasquidos
del destino, y tú sin mirarme y yo sin decir nada,
comprendamos que nos perdimos hace mucho,
y así pasar de largo uno del otro,
buscando otras tierras, usando nuevas pieles
y nuevos nombres, siguiendo nuestras señales en el muzgo
y sonriendole a la luz de nuestra propia alba, pétalo tras pétalo...
-aunque la flor, a esa también hemos de fingirla-

Rolando Amaya

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